miércoles, 6 de abril de 2011

Conclusión

Las familias que participamos en este movimiento hemos convertido en fuerza nuestro dolor. Después de enfrentarnos, además del brutal asesinato de nuestras hijas, a la ineptitud, intransigencia, encubrimiento, corrupción, a la más indiferente actitud de funcionarios y autoridades.
Nos resulta complicado expresar con palabras el dolor desgarrador de saber asesinadas en tales circunstancias a nuestras jóvenes hijas, en un inmenso sufrimiento que no se extingue, y no podemos evitar las lágrimas cada vez que pensamos en ellas o miramos sus objetos personales y sus fotos. Nos angustia y crece nuestro suplicio al imaginar cómo pudieron ser los últimos momentos de nuestras hijas asesinadas a base de torturas y vivimos sin vivir...
Mantenemos la esperanza de que algún día la justicia para la desaparición y muerte prematura de nuestras hijas sea posible, ya que sería la única forma de recuperar nuestra propia vida. Solidaridad para quienes, sin ser nuestras compañeras, comparten ahora mismo la pena de haberles arrancado un pedazo de su vida.



 

Desarrollo

Cruces rosas marcan los cementerios clandestinos en donde han sido arrojados sus cadáveres después de ser ultrajados.
La violencia continúa creciendo diariamente y después de una década, aún no se descifra el misterio de los asesinatos de cientos de mujeres jóvenes que claman justicia.
La primera víctima encontrada fue la niña Alma Chavira Farel, en enero de 1993 y las edades de las víctimas oscilan entre los 10 y 35 años.
Los lugares donde se han descubierto la mayoría de los cuerpos son: Lote Bravo, Granjas Santa Elena, colonia La Nueva Hermila, las faldas del Cerro del Cristo Negro y el Puente Libre que une a Juárez con El Paso, Texas.
“Más de 370 mujeres asesinadas, de las cuales al menos 137 presentan violencia sexual, reflejan una cruda realidad de la violencia que sufren las mujeres y las adolescentes en el Estado de Chihuahua desde 1993”. 

Las cifras de muertes y desapariciones de mujeres se disparan en México

Según las cifras de la abogada Karla Michel Salas –una de las responsables de la condena del Gobierno de México por parte de la Corte Iberoamericana de Derechos Humanos– estas indican que, en 2009, la cifra de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez ha llegado a 184, situándose por encima de los peores años entre 1993 y 2003. Otro dato inquietante es el de las desapariciones, que según Michel Salas se han incrementado un 400%, 12 mujeres desaparecidas hasta abril de 2010.
La activista Imelda Marrufo añade unas cifras de desapariciones, si cabe, más preocupantes. De 2008 a día de hoy se contabilizan en Ciudad Juárez de manera extraoficial 91 desapariciones de mujeres, 51 de ellas menores de edad. 29 de ellas desaparecieron en 2008, 28 en 2009 y la cifra más escandalosa es la correspondiente a los cinco primeros meses de 2010, con 34 desaparecidas. Ningún caso ha sido esclarecido y en algunos se apunta a las autoridades a la hora de buscar a los responsables. Para Marrufo, las cifras de fallecidas en los primeros meses de 2010 superan las 126.


Introducción.

Desde hace 10 años la desaparición y asesinato de mujeres en Ciudad Juárez ha provocado una preocupación creciente en la sociedad, tanto del estado como a nivel nacional. No es para menos. Según organizaciones no gubernamentales en una década se han producido más de 350 asesinatos y el número de desaparecidas se eleva a cerca de 400.
Estas cifras discrepan de aquéllas presentadas por las autoridades quienes confirman cien asesinatos menos y un total de 70 desaparecidas. ¿Por qué los encargados de impartir justicia intentan, por regla general, minimizar las dimensiones de esta ola de criminalidad? ¿Se pretende ocultar el grado de impunidad que impera en la resolución de estos delitos?